Las mujeres de mi generación son las mejores.Y punto. Hoy tienen cuarenta y pico, cincuenta y pico, o algunas incluso sesenta y algo.
Son bellas, muy bellas; pero también serenas, comprensivas, sensatas, y sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace tan humanas, tan reales.
Casi todas, hoy, están casadas o divorciadas, o divorciadas y vueltas a casar, con la idea de no equivocarse en el segundo intento, que a veces es un modo de acercarse al tercero, y al cuarto intento.
Qué importa... Otras, aunque pocas, mantienen una pertinaz soltería y la protegen como ciudad sitiada que, de cualquier modo, cada tanto abre sus puertas a algún visitante.
Crecieron con el influjo de la música de Los Beatles, de Bob Dylan.. . Herederas de la "revolución sexual" de la década de los 60 y de las corrientes feministas que, sin embargo recibieron pasadas por varios filtros, ellas supieron combinar libertad con coquetería, emancipación con pasión, reivindicación con seducción.
Jamás vieron en el hombre a un enemigo a pesar que le cantaron unas cuantas verdades, pues comprendieron que emanciparse era algo más que poner al hombre a trapear el baño o a cambiar el rollo de papel higiénico cuando éste, trágicamente, se acaba, y decidieron pactar para vivir en pareja. Son maravillosas y tienen estilo, aun cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan. Usaron faldas hindúes a los 18 años, se cubrieron con suéters de lana y perdieron su parecido con María, la virgen, en una noche loca de viernes o sábado después de bailar. Hablaron con pasión de política y quisieron cambiar el mundo.
Aquí hay algunas razones de por qué una mujer de más de 40
nunca te va a despertar en la mitad de la noche para preguntarte....
"¿Qué estás pensando?"